REFERENTES ADULTOS POSITIVOS Y ESTABLES PARA MENORES TUTELADOS

Los chavales tienen que sentir
que esas personas están presentes

“Los chavales tienen que sentir que esas personas están presentes en sus vidas”. Este es uno de los objetivos del programa Izeba de la Diputación de Gipuzkoa, en el que actualmente participan 56 menores tutelados de forma voluntaria. El programa, nacido en 2009 mediante un acuerdo entre el departamento de Política Social y la Fundación Baketik, busca tíos ytías que quieran disfrutar del ocio con estos jóvenes para que puedan contar con un “referente adulto, positivo, estable” que le ofrezca “cariño, tiempo, valores, cultura” y consiga ayudarles a integrarse en el municipio en el que vivan.

Cristina Solares, responsable del programa «Izeba»

“Cualquier chaval que quiera puede pedir entrar en el programa. Nuestro papel es buscar una familia Izeba para ellos”, afirma Cristina Solares, responsable del proyecto. La tipología de familias “es muy diferente”: desde personas solas, a parejas con y sin hijos, monoparentales, homoparentales… “Es positivo lo que se les puede ofrecer tanto desde el individuo, el uno a uno, hasta el núcleo familiar”, apunta.
Esta iniciativa se diferencia “totalmente” del acogimiento familiar en que el “nivel de implicación baja muchísimo”. “De ahí el nombre, se asemeja mucho a la figura de tío o tía. Nos puede venir a la cabeza tíos que están más presentes en las vidas de sus sobrinos y algunos que están menos. Aquí es lo mismo, aunque pedimos que se intente un contacto semanal, no entrar y desaparecer”, explica Solares.
La regularidad en la relación es importante, aunque cada uno elija cómo quiere que sean esos encuentros: “Hay gente que queda por las tardes para merendar o dar una vuelta, o los fines de semana por la mañana, o el día entero, el fin de semana entero o, incluso, los periodos de vacaciones”, resume. También hay personas que se implican más con estos menores y hay relaciones que han derivado en acogimiento familiar, pero este no es el objetivo de Izeba.
Los responsables del programa ponen en marcha relaciones de forma artificial entre personas que no se conocen de nada y estas “surgen o no surgen”. En la mayoría de los casos el vínculo que se crea va más allá de este proyecto y continúa cuando los menores cumplen la mayoría de edad, como en el caso de Miren Pagaldai y Medoune Seye y de 80 de las 130 familias que componen el proyecto Izeba.
“Vivencias normales”No hay que pensar en un gran plan para pasar este tiempo de ocio, ya que lo que se pretende es “integrar al menor en el día a día de las familias”. “Lo que más les enriquece es tener experiencias o vivencias de una familia normal y corriente: ir a hacer la compra, cocinar, peli, sofá y manta…”, indica Solares. Porque a ellos lo que les encanta es “sentir que tienen un hogar, esa exclusividad” de la que no disponen el piso de acogida en el que residen.
Normalmente, en el programa participan menores de entre 8 y 17 años. Para que la relación entre ellos y los desconocidos que se convertirán en sus tíos otías sea un éxito es importante saber qué quiere cada parte. “Nosotros les ayudamos, pero son ellos los que construyen su relación”, indica Solares.

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